ENTREVISTA A LA PROFESORA Y ESCRITORA ANA TAPIA:
<<Un buen
relato requiere mucho trabajo, pulir palabras, eliminar todo lo que no sea
imprescindible>>
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Ana Tapia, profesora
y jefa de departamento de Geografía e Historia del I.E.S. Algazul, acaba de
publicar un microrrelato titulado Vértigo. Para conocerla mejor, el
equipo de profesores de esta biblioteca la ha entrevistado:
B: Dónde y cuándo naciste? ¿Cómo transcurrió
tu infancia? ¿Qué estudios cursaste? ¿A qué te dedicas actualmente?
AT: Nací en
Almería en 1974. Estudié en varios colegios, aunque el que más recuerdo fue el
Stella Maris, que era un colegio de monjas situado en la Rambla de Almería. Mis
padres tenían una casa también en Aguadulce. Se veía el mar desde muchos lugares, porque no había edificios que lo
taparan. En la Universidad estudié Psicología y Antropología.
B: ¿Qué géneros abarca tu producción
literaria? ¿En cuál te sientes más cómoda?
AT: Escribo de
todo: narrativa, poesía, e incluso teatro. Me siento especialmente cómoda en el
relato corto, porque es un género que te da mucha libertad creativa. Te permite
transitar por la fantasía, por el horror, por lo cómico o lo absurdo, sin tener
que dar demasiadas justificaciones. Es un género difícil, porque hacer un buen
relato requiere mucho trabajo, pulir las palabras, eliminar todo lo que no sea
imprescindible, mostrar al lector una historia con unas imágenes y que a la vez
le despierte emociones.
B: ¿Cuándo sentiste la necesidad de escribir
literatura? ¿Qué te impulsó?
AT: Bueno, mi
madre dice que con seis años escribí una obra de teatro, pero yo de eso no me
acuerdo. Sí recuerdo empezar a componer poemas, ya en la Universidad. Pero no
tenía prisa por publicar, soy muy perfeccionista y no quería precipitarme,
porque normalmente las primeras cosas que se escriben no son muy perfectas,
aunque te sirven para ir mejorando poco a poco, exigiéndote más a ti misma.
B: ¿Qué premios literarios has recibido hasta
el momento?
AT: En
solitario gané el premio Leonor de Córdoba de Poesía, con un libro titulado Túnel de espejos deformantes, y me editaron el libro. He ganado algunos otros
premios con relatos sueltos, y sobre todo he sido finalista muchas veces, lo
cual me ha permitido ser incluida en antologías de Ciencia Ficción, por
ejemplo. La última vez que he quedado finalista ha sido hace apenas tres meses,
para una antología que se titulará “Terroríficas" y se publicará en toda
España.
B: ¿Has recibido alguna formación específica
como escritora?
AT: Hubo una
época en que me formé con una escuela de escritores en Granada. Allí aprendí
mucho, pero lo que más te enseña es tu propia insistencia, la necesidad de auto
superación.
B: ¿Qué libros de poesía tienes publicados?
¿Qué temas tratan?
AT: Además del
ya citado Túnel de espejos deformantes, publiqué otro titulado El polizón
desnudo con la editorial El Gaviero. Recientemente he publicado un libro de
poesía de Ciencia Ficción, en la editorial Cazador de Ratas. Es un libro que me
hace mucha ilusión, porque en España casi no se publica poesía de Ciencia
Ficción, y es un campo que tiene muchas posibilidades. El libro se titula Las
ovejas radiactivas de Kolimá, y transcurre en varios planetas ficticios, además
de la Tierra. Creo que en el fondo la Ciencia Ficción nos permite conocer más
al ser humano en todas sus facetas.
B: ¿Qué libros en prosa tienes publicados?
¿Todos son microrrelatos? ¿De qué tratan?
AT: De
narrativa tengo publicado el libro de microrrelatos Kiriwina, que además está
dedicado a un tío bisabuelo mío, que fue devorado por un tiburón en el año
1919, cuando navegaba hacia Cuba. Hace poco se publicó el librito Vértigo,
que es una historia de fantasía rural, con toques de terror, acerca de unos
muchachos que regresan de la guerra a su pueblo natal.
B: ¿Cómo te surgió la idea para escribir Vértigo,
el microrrelato que acabas de publicar?
AT: Pues fue a
causa de una conversación que leí en Twitter. Un editor decía que ojalá se
escribieran más relatos del género llamado “cachava y boina”. Yo no sabía lo
que era eso, así que investigué y descubrí que consistía en mezclar lo
fantástico o la Ciencia Ficción con el pasado de la historia española. El mejor
ejemplo que se me ocurre para explicarlo es la película “El laberinto del
Fauno”, donde se mezcla la Guerra Civil Española con elementos fantásticos,
para acabar hablando de la esencia humana, el destino, el dolor etc. Eso me
pareció muy interesante y me propuse hacer un relato con estos ingredientes.
B: En Vértigo, los personajes que
vuelven a casa tras su participación en la guerra de Cuba sufren una
metamorfosis. ¿Esa metamorfosis solo se refiere a sus hábitos alimentarios o es
una metáfora del cambio que sufren todos aquellos que viven la tragedia de una
guerra?
AT: Bueno, en
efecto, la metamorfosis es total, además la guerra es un tema que me obsesiona
desde siempre, no sé por qué, quizás cuando era niña oía a mi madre (que es
huérfana de padre a causa de la guerra), hablar de todo esto. Yo quería mezclar
un poco elementos sobrenaturales con lenguaje lírico. Uno de los retos más
interesantes para mí es precisamente el uso de metáforas. Es un recurso
difícil, pero cuando das con una metáfora perfecta es como que entras casi en
éxtasis. Con una metáfora puedes explicar de golpe el mundo.
B: ¿Te has inspirado en historias/personajes
reales para escribir Vértigo?
AT: Sí, he
acudido a ciertos elementos de la mitología, combinándolos un poco a mi manera,
y sobre todo he usado los arquetipos sociales de la época en la que transcurre
la historia, por ejemplo la figura del patrón, o la del párroco. Y sobre todo
me gusta utilizar lo que llaman “weird”, lo extraño, lo que no debería estar
ahí pero está.
B: ¿Por qué has decidido ambientar Vértigo
en ese momento concreto de la historia de nuestro país?
AT: Me gusta
esa época. El siglo XIX me atrae mucho, sobre todo su final, porque ese paso de
la luz del candil a la luz eléctrica, de los modos de vida primitivos a la
tecnología, es algo que me gusta mucho.
B: ¿Por qué las víctimas de los tres
protagonistas de Vértigo se corresponden con tipos humanos infamados en
la España de finales del siglo XIX y comienzos del XX: un médico miserable, un
cura infeliz?
AT: Bueno, ese
es otro de los aspectos de la época, la desigualdad, y cómo la población puede
decidir prescindir de algunas personas con tal de sobrevivir ellos. Es otro
aspecto del Weird que te comentaba antes: la gente que no reacciona como se
supone que debería reaccionar. Esto, para mí, es aterrador, porque rompe todos
los esquemas.
B: ¿Uno de los temas que incluyes en Vértigo
es el amor incondicional de las madres? ¿Las madres pueden justificarlo todo,
hasta las más infaustas flaquezas?
AT: Ciertamente,
la figura de la madre “de los mosntruos” me interesa mucho, porque en ese
empeño por justificar o perdonar al hijo se puede acabar convirtiendo ella
también en un poco “monstruo”. Esto es algo que ocurre en la vida real,
también.
B: ¿Qué flaquezas humanas has querido retratar
en Vértigo?
AT: Pues el
caso es que mientras lo escribes no eres del todo consciente de las cosas que
luego va a percibir el lector. Supongo que el miedo, el ansia, el deseo de no
morir, la desgracia y lo inevitable, el amor hacia los familiares incluso
cuando sabemos que han enloquecido.
B: ¿Cómó clasificarías Vértigo? ¿Un
microrrelato histórico? ¿Un microrrelato de terror?
AT: Diría que
es cachava y boina, pero como casi nadie conoce este subgénero, suelo decir
“horror rural” o “sobrenatural”.
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