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lunes, 21 de mayo de 2018

ANA TAPIA: POETA, NARRADORA Y PROFESORA








ENTREVISTA A LA PROFESORA Y ESCRITORA ANA TAPIA: <<Un buen relato requiere mucho trabajo, pulir palabras, eliminar todo lo que no sea imprescindible>>




Ana Tapia, profesora y jefa de departamento de Geografía e Historia del I.E.S. Algazul, acaba de publicar un microrrelato titulado Vértigo. Para conocerla mejor, el equipo de profesores de esta biblioteca la ha entrevistado:



B: Dónde y cuándo naciste? ¿Cómo transcurrió tu infancia? ¿Qué estudios cursaste? ¿A qué te dedicas actualmente?
AT: Nací en Almería en 1974. Estudié en varios colegios, aunque el que más recuerdo fue el Stella Maris, que era un colegio de monjas situado en la Rambla de Almería. Mis padres tenían una casa también en Aguadulce. Se veía el mar desde muchos lugares, porque no había edificios que lo taparan. En la Universidad estudié Psicología y Antropología.

B: ¿Qué géneros abarca tu producción literaria? ¿En cuál te sientes más cómoda?
AT: Escribo de todo: narrativa, poesía, e incluso teatro. Me siento especialmente cómoda en el relato corto, porque es un género que te da mucha libertad creativa. Te permite transitar por la fantasía, por el horror, por lo cómico o lo absurdo, sin tener que dar demasiadas justificaciones. Es un género difícil, porque hacer un buen relato requiere mucho trabajo, pulir las palabras, eliminar todo lo que no sea imprescindible, mostrar al lector una historia con unas imágenes y que a la vez le despierte emociones.

B: ¿Cuándo sentiste la necesidad de escribir literatura? ¿Qué te impulsó?
AT: Bueno, mi madre dice que con seis años escribí una obra de teatro, pero yo de eso no me acuerdo. Sí recuerdo empezar a componer poemas, ya en la Universidad. Pero no tenía prisa por publicar, soy muy perfeccionista y no quería precipitarme, porque normalmente las primeras cosas que se escriben no son muy perfectas, aunque te sirven para ir mejorando poco a poco, exigiéndote más a ti misma.

B: ¿Qué premios literarios has recibido hasta el momento?
AT: En solitario gané el premio Leonor de Córdoba de Poesía, con un libro titulado Túnel de espejos deformantes, y me editaron el libro. He ganado algunos otros premios con relatos sueltos, y sobre todo he sido finalista muchas veces, lo cual me ha permitido ser incluida en antologías de Ciencia Ficción, por ejemplo. La última vez que he quedado finalista ha sido hace apenas tres meses, para una antología que se titulará “Terroríficas" y se publicará en toda España.

B: ¿Has recibido alguna formación específica como escritora?
AT: Hubo una época en que me formé con una escuela de escritores en Granada. Allí aprendí mucho, pero lo que más te enseña es tu propia insistencia, la necesidad de auto superación.

B: ¿Qué libros de poesía tienes publicados? ¿Qué temas tratan?
AT: Además del ya citado Túnel de espejos deformantes, publiqué otro titulado El polizón desnudo con la editorial El Gaviero. Recientemente he publicado un libro de poesía de Ciencia Ficción, en la editorial Cazador de Ratas. Es un libro que me hace mucha ilusión, porque en España casi no se publica poesía de Ciencia Ficción, y es un campo que tiene muchas posibilidades. El libro se titula Las ovejas radiactivas de Kolimá, y transcurre en varios planetas ficticios, además de la Tierra. Creo que en el fondo la Ciencia Ficción nos permite conocer más al ser humano en todas sus facetas.

B: ¿Qué libros en prosa tienes publicados? ¿Todos son microrrelatos? ¿De qué tratan?
AT: De narrativa tengo publicado el libro de microrrelatos Kiriwina, que además está dedicado a un tío bisabuelo mío, que fue devorado por un tiburón en el año 1919, cuando navegaba hacia Cuba. Hace poco se publicó el librito Vértigo, que es una historia de fantasía rural, con toques de terror, acerca de unos muchachos que regresan de la guerra a su pueblo natal.


B: ¿Cómo te surgió la idea para escribir Vértigo, el microrrelato que acabas de publicar?
AT: Pues fue a causa de una conversación que leí en Twitter. Un editor decía que ojalá se escribieran más relatos del género llamado “cachava y boina”. Yo no sabía lo que era eso, así que investigué y descubrí que consistía en mezclar lo fantástico o la Ciencia Ficción con el pasado de la historia española. El mejor ejemplo que se me ocurre para explicarlo es la película “El laberinto del Fauno”, donde se mezcla la Guerra Civil Española con elementos fantásticos, para acabar hablando de la esencia humana, el destino, el dolor etc. Eso me pareció muy interesante y me propuse hacer un relato con estos ingredientes.

B: En Vértigo, los personajes que vuelven a casa tras su participación en la guerra de Cuba sufren una metamorfosis. ¿Esa metamorfosis solo se refiere a sus hábitos alimentarios o es una metáfora del cambio que sufren todos aquellos que viven la tragedia de una guerra?
AT: Bueno, en efecto, la metamorfosis es total, además la guerra es un tema que me obsesiona desde siempre, no sé por qué, quizás cuando era niña oía a mi madre (que es huérfana de padre a causa de la guerra), hablar de todo esto. Yo quería mezclar un poco elementos sobrenaturales con lenguaje lírico. Uno de los retos más interesantes para mí es precisamente el uso de metáforas. Es un recurso difícil, pero cuando das con una metáfora perfecta es como que entras casi en éxtasis. Con una metáfora puedes explicar de golpe el mundo.

B: ¿Te has inspirado en historias/personajes reales para escribir Vértigo?
AT: Sí, he acudido a ciertos elementos de la mitología, combinándolos un poco a mi manera, y sobre todo he usado los arquetipos sociales de la época en la que transcurre la historia, por ejemplo la figura del patrón, o la del párroco. Y sobre todo me gusta utilizar lo que llaman “weird”, lo extraño, lo que no debería estar ahí pero está.

B: ¿Por qué has decidido ambientar Vértigo en ese momento concreto de la historia de nuestro país?
AT: Me gusta esa época. El siglo XIX me atrae mucho, sobre todo su final, porque ese paso de la luz del candil a la luz eléctrica, de los modos de vida primitivos a la tecnología, es algo que me gusta mucho.

B: ¿Por qué las víctimas de los tres protagonistas de Vértigo se corresponden con tipos humanos infamados en la España de finales del siglo XIX y comienzos del XX: un médico miserable, un cura infeliz?
AT: Bueno, ese es otro de los aspectos de la época, la desigualdad, y cómo la población puede decidir prescindir de algunas personas con tal de sobrevivir ellos. Es otro aspecto del Weird que te comentaba antes: la gente que no reacciona como se supone que debería reaccionar. Esto, para mí, es aterrador, porque rompe todos los esquemas.

B: ¿Uno de los temas que incluyes en Vértigo es el amor incondicional de las madres? ¿Las madres pueden justificarlo todo, hasta las más infaustas flaquezas?
AT: Ciertamente, la figura de la madre “de los mosntruos” me interesa mucho, porque en ese empeño por justificar o perdonar al hijo se puede acabar convirtiendo ella también en un poco “monstruo”. Esto es algo que ocurre en la vida real, también.

B: ¿Qué flaquezas humanas has querido retratar en Vértigo?
AT: Pues el caso es que mientras lo escribes no eres del todo consciente de las cosas que luego va a percibir el lector. Supongo que el miedo, el ansia, el deseo de no morir, la desgracia y lo inevitable, el amor hacia los familiares incluso cuando sabemos que han enloquecido.

B: ¿Cómó clasificarías Vértigo? ¿Un microrrelato histórico? ¿Un microrrelato de terror?
AT: Diría que es cachava y boina, pero como casi nadie conoce este subgénero, suelo decir “horror rural” o “sobrenatural”.

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