El profesor de Geografía e Historia Gonzalo Carretero Casinello, coordinador del proyecto <<Escuela: Espacio de Paz>>, organizó el pasado 30 de enero la II Gala de la Paz del I.E.S. Algazul. Dentro de las actuaciones incluidas en esta fiesta de la convivencia, destacó la lectura e interpretación de los poemas: Tenéis que oírme (Pablo Neruda), La palabra Paz (Víctor Heredia), Pido la Paz y la Palabra (Blas de Otero) y Mensaje de Juan Panadero al Congreso Mundial por la Paz (Rafael Alberti). Los alumnos ayudantes de biblioteca fueron los encargados de la recitación de dichos poemas.
Para ver el vídeo de la actuación, solo hay que clicar AQUÍ
Yo fui cantando errante,
entre las uvas
de Europa
y bajo el viento,
bajo el viento en el Asia.
Lo mejor de las vidas
y la vida,
la dulzura terrestre,
la paz pura,
fui recogiendo, errante,
recogiendo.
Lo mejor de una tierra
y otra tierra
yo levanté en mi boca
con mi canto:
la libertad del viento,
la paz entre las uvas.
Parecían los hombres
enemigos,
pero la misma noche
los cubría
y era una sola claridad
la que los despertaba:
la claridad del mundo.
Yo entré en las casas cuando
comían en la mesa,
venían de las fábricas,
reían o lloraban.
Todos eran iguales.
Todos tenían ojos
hacia la luz, buscaban
los caminos.
Todos tenían boca,
cantaban
hacia la primavera.
Todos.
Por eso
yo busqué entre las uvas
y el viento
lo mejor de los hombres.
Ahora tenéis que oírme.
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por
dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus
versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de
amor, huyendo sin saber adónde:
adonde el aire no apestase ha muerto.
Tiendas
de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de
sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí!
¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles
peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos
mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última
voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y tantos.
Cuántas veces de mañana
salgo a caminar al campo
y el silbido del arriero
te nombra.
Que haya paz en la Tierra,
reza una vieja oración,
y yo me pregunto y pregunto
pero no me dan razón.
Es por eso, viejo amigo,
que un sólo favor te pido:
alza tu sangre esta noche
ven conmigo, ven conmigo.
Y ayuda a encontrar respuesta
a la paz que se ha perdido,
a la paz que se ha perdido
en el mundo de los hombres
como un niño sin saber.
Y cada madre que pase,
con un hijo en las entrañas,
sabrá que la paz del mundo
es un viento que acaricia
y que crece en el amor.
Ven conmigo, ven conmigo.
Y por cada hombre que nazca
cada soldado que vuelva,
la sonrisa de una novia,
la alegría de una madre,
en tu pecho cantará.
Ven conmigo, ven conmigo, ven conmigo.
Aquí estoy. Aquí ya estamos.
No tenemos cara. Somos
el planeta que habitamos.
Venid. No tenemos nombre.
Aunque todos respondamos
a una misma luz: el hombre. (...)
Matadnos. Nos mataréis.
Pero es más fuerte la vida
que la muerte que ofrecéis.
Y al fin correréis la suerte
de los que matando llegan
a darle a su vida muerte. (...)
¿Queréis la guerra? No iremos.
Con la paz entre las manos
por arma, os enterraremos
¡Paz al mundo! Corazones
arrebatados y unidos
de millones y millones.
Paz para toda la gente.
Se abran y cierren los ojos
del día tranquilamente.
Paz en todos los hogares.
Paz en la tierra, en los [cielos,
bajo el mar, sobre los mares.
Paz en la albura extendida
del mantel, paz en la mesa
sin ceño de la comida.
En las aves, en las flores,
en los peces, en los surcos
abiertos de las labores.
Paz en la aurora, en el sueño.
Paz en la pasión del grande
y en la ilusión del pequeño.
Paz sin fin, paz verdadera.
Paz que al alba se levante
y a la noche no se muera.
¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa.
Lo grita Juan Panadero.
Juan en paz, un Juan sin guerra,
un hombre del mundo entero.
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